(Artículo publicado en La Vanguardia el 19/04/2020)
Los sistemas de protección son básicos para hacer frente a la pandemia del coronavirus que hoy azota a casi todo el planeta. Sin embargo, su escasez, debido a la gran demanda actual, puede suponer (y está suponiendo) un grave contratiempo. Son muchos los países que literalmente compiten por hacerse con el mayor número de mascarillas posible, un bien escaso estos días. Conscientes de este problema, una empresa catalana, E. Vila Projects, de Sant Fruitós de Bages, ideó un sistema para desinfectar mascarillas a través de la aplicación de luz ultravioleta, y ahora esta tecnología ha recibido la validación científica necesaria.
Hace mes y medio que la empresa catalana tiene patentado el sistema, pero a pesar de que las perspectivas eran muy prometedoras, faltaba el visto bueno por parte de un laboratorio acreditado que pudiera testar la efectividad del tratamiento. “Una de las dificultades ha sido encontrar laboratorios acreditados para hacer la correspondiente validación”, explica Eugenia Vila, socia fundadora de la empresa. Pues bien, esta validación finalmente ha llegado y con resultados positivos.
Las pruebas han sido realizadas esta semana en los laboratorios de Manresa de Eurecat, el Centro Tecnológico de Catalunya que depende de la Generalitat catalana, y fuentes del centro han avanzado a La Vanguardia que han podido testar “con éxito” el sistema desarrollado por la compañía para la desinfección de las mascarillas FFP2 y FFP3, que son las que ofrecen el nivel más alto de protección contra la Covid-19, “para hacer posible su reutilización mediante tecnología de radiación infrarroja y ultravioleta”.
El ensayo, cuentan, “ha consistido en testar el sistema con la bacteria Escericchia Coli, que de acuerdo con estudios científicos realizados es más resistente a estos tratamientos que el Sars-CoV-2, con el fin de comprobar la efectividad del sistema en la desinfección de mascarillas”.
Controles positivos y negativos
En la prueba realizada, Eurecat contaminó la mascarilla en diferentes puntos, tanto por la parte de dentro como por la de fuera con la bacteria mencionada. Después aplicó el tratamiento de desinfección y midió la cantidad de microorganismo viable remanente en los diferentes puntos contaminados.
El ensayo también incluyó controles positivos y negativos, con mascarillas que se contaminaron y no se desinfectaron y mascarillas que no se contaminaron, para reforzar la validez de los resultados.
Cada equipo de desinfección ideado por la empresa catalana cuenta con dos máquinas. La primera aplica radiación infrarroja, que calienta las mascarillas (primer paso del tratamiento) y la segunda las expone a la luz ultravioleta. Esta luz tiene tres bandas principales, la A, la B y la C, y es concretamente esta última la que, concentrada, produce la desinfección. “Hay que focalizarla bien, sólo queda desinfectado lo que recibe la luz, es focal”, puntualiza Vila.
Por ahora son prudentes a la hora de determinar las veces que una mascarilla puede someterse al proceso. “Es la pregunta del millón”, explicaba hace unos días Josep Lluís Molina, uno de los socios de la empresa, a esta redacción. “En estos momentos, recomendamos no más de dos veces”, añadía. “Es muy probable, sin embargo, que una mascarilla pueda tener una vida más larga, pero por el momento nos curamos en salud”, agregaba Eugenia Vila.
En este sentido, en pocos días tienen previsto obtener los resultados de varias pruebas que acaban de realizar para comprobar la resistencia del material y poder así determinar cuántas veces una mascarilla podría someterse al tratamiento de desinfección.
Estos empresarios explican que el diseño de esta tecnología no sólo fue motivada por cuestiones económicas –“piensa que una mascarilla de hospital, más sofisticada que la básica, puede costar alrededor de 20/25 euros y que cada equipo puede tratar unas 5.000 unidades al mes para ser reutilizadas”, detallaba Molins-, sino también por la falta “de mascarillas en la actualidad”, subrayaba este socio de E. Vila Projects, quien añadía que “los sanitarios están usando la misma durante días, cuando se tendría que cambiar cada vez que acceden a un lugar contaminado”.
Ayuntamiento de Barcelona
A principios de este mes, el Ayuntamiento de Barcelona inició el proceso para adquirir dos equipos de desinfección. Cada uno de ellos, compuesto de dos máquinas, tiene un coste aproximado de unos 14.000 euros. “Con el Ayuntamiento ya se ha hecho el training y ahora estamos pendientes de nuevas indicaciones para trasladar los equipos a su emplazamiento definitivo -indica Vila-, que podría ser el Hospital del Mar”. “Detrás de las maquinas hay protocolos muy estrictos para que la reproducibilidad del procedimiento sea exacto”, puntualiza.
La empresa asegura que están recibiendo peticiones de distintos países, como Estados Unidos o México. En este último, la compañía catalana tiene una filial. “Respecto al extranjero, lo que haremos es licenciar la patente”, explica Vila, quien afirma que les han hecho llegar comandas también “del sector industrial por el elevado consumo de mascarillas que tienen y el gran ahorro que les puede suponer un equipo”. “Las 24 horas que tiene un día nos son ahora mismo insuficientes”, concluye.
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